Retrato de E. Heine - 1976
Separata del Volumen 1 de Artistas de América y de España.
Montevideo, 1978, de E. Heine.
“...decía que Casterán afirma en sus obras una polaridad expresionismo-realismo con fuertes connotaciones dialécticas, pero omití decir que se trata de un arte situado, sumido en la cultura de cada instante, con los riesgos implícitos de derivar a un reduccionismo doctrinario o a una evasión onírica, riesgos que surgen naturalmente del enunciado de cada obra, de la complejidad de su instrumentación. Los valores cualitativos y el gesto matriz de la idea situacional permiten desechar tales riesgos, que ciertamente aparecen ligados y conexos internamente.
La actitud de Casterán es estética de por sí, como se advierte en la frontalidad y solidez del concepto. No es únicamente una propuesta plástica, ni una técnica contemporánea asumida, ni representación fatigosa del accidente, es, además de todos estos presupuestos y de sus modos y medios de realización, planteamiento de dos relaciones precisas: la propiedad de sus imágenes de carácter universal, con el distanciamiento necesario para aceptarlas en tal condición, y la correspondencia de estas mismas imágenes a cada situación particular.
Finalmente diríamos que las obras de Jorge Casterán ponen en discusión la civilización occidental de consumo, su declinación como problema de historia.
Ante ello es obligado reiterar, desde la teología moderna, el carácter inescapable de subjetividad de toda acción humana.
El sentido ab initio de la experiencia estética de Casterán comporta una grave definición de decadencia, esto es la incapacidad de afrontar las situaciones de desafío que encuentra una civilización a su paso, situaciones que se caracterizan por su inelutable
ambigüedad.
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